viernes, 3 de agosto de 2007

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Desde la autopista veo el cielo rosado.
Estamos detenidos en la congestión de la mañana, que para mi es mi segunda mañana.
Estoy suspendida en mi mufa por los pantalones de tiro bajo, que deforman el cuerpo deformado. Y en mi pelo que también vive tiempos andrajosos, la sobra de vigilia y La preocupación.1
“Todos necesitamos alguien que nos cuide”, dice la radio. Y yo siento su cabello, hermoso teñido, que no me deja moverme y me apresa contra la ventanilla del colectivo”. Y siento que la cuido, que me gusta que descanse porque yo no puedo.
Entonces leo las visiones alcohólicas de Franz, sin respirar para no provocarle pesadillas.




1. Quiero estudiar pero la verguenza la siento.

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